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17.9.05

Prevención

Ha bastado que Fraga amagase con un boicot para
poner a la defensiva a la mayoría parlamentaria
La mayoría de progreso que se impuso en las urnas en las últimas elecciones autonómicas no está teniendo, al menos de momento, un reflejo ejecutivo en el Gobierno de la Xunta. Por alguna razón que probablemente tiene que ver con la mutua desconfianza que los socios de San Caetano se profesan, las ideas que socialistas y nacionalistas han defendido durante años —y que en el Parlamento han sido la base de la oposición al régimen todopoderoso de Manuel Fraga— parecen haber entrado en el congelador. PSOE y BNG están tardando más de lo previsto en acostumbrarse a su nuevo estatus y en esa demora dedican mucho esfuerzo a sortear cualquier cosa que, en estos tiempos de propaganda sobre la supuestamente amenazada-unidad-de-la-patria, pueda ser utilizada como arma arrojadiza por parte de la derecha, muy activa en su triple trinchera de escaños, púlpitos y columnas de prensa.
Esa prevención, probablemente exagerada y desde luego poco compatible con los compromisos electorales, explica la extraña reacción (por injustificada) de la Xunta ante las reservas expresadas por Fraga esta semana en materia de ordenación del territorio. Porque una cosa es que él esté preocupado ante la posibilidad de que alguien quiera poner fin al absurdo administrativo de las provincias y otra muy distinta que nos lo tomemos en serio y hagamos de sus palabras el criterio con el que distinguir entre lo que se puede y lo que no se puede debatir en democracia. Faltaría más.