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1.10.05

Un hombre, un voto

Nadie puede sostener desde criterios democráticos que unos votos valgan el doble que otros

Un hombre, un voto es un principio constitucional universal que exige dar un valor igual a cada sufragio. La idea es que el voto de cada ciudadano tenga una incidencia similar en la configuración de la representación, con independencia de la circunscripción en la que ejerza su derecho de sufragio, de manera que no valga más o menos dependiendo de si se hace efectivo en A Coruña o en Lugo.
Este principio es una obviedad democrática que está lejos de ser respetada en Galicia, donde el voto de los coruñeses y los pontevedreses, las provincias que concentran la inmensa mayoría de la población, vale aproximadamente la mitad que el de los ciudadanos que viven en Lugo y Ourense. La estructura provincial diseñada en 1833 por Javier de Burgos siguiendo los criterios de la Ilustración no es ya otra cosa, al menos en Galicia, que una ficción geográfica ajena a la realidad de las cosas. Puede que no sea posible hacer que las demarcaciones provinciales desaparezcan, por aquello de la sacralidad constitucional, pero lo que de ningún modo puede permitirse es que sigan sirviendo para justificar la alteración de la voluntad popular otorgando a Lugo y Ourense (por el mero hecho de ser provincias, no por otro motivo) el doble de representación parlamentaria que a A Coruña y Pontevedra. La modernización de las instituciones pasa también por la actualización del sistema. Y también porque los políticos estén a la altura de los cambios necesarios.

17.9.05

Prevención

Ha bastado que Fraga amagase con un boicot para
poner a la defensiva a la mayoría parlamentaria
La mayoría de progreso que se impuso en las urnas en las últimas elecciones autonómicas no está teniendo, al menos de momento, un reflejo ejecutivo en el Gobierno de la Xunta. Por alguna razón que probablemente tiene que ver con la mutua desconfianza que los socios de San Caetano se profesan, las ideas que socialistas y nacionalistas han defendido durante años —y que en el Parlamento han sido la base de la oposición al régimen todopoderoso de Manuel Fraga— parecen haber entrado en el congelador. PSOE y BNG están tardando más de lo previsto en acostumbrarse a su nuevo estatus y en esa demora dedican mucho esfuerzo a sortear cualquier cosa que, en estos tiempos de propaganda sobre la supuestamente amenazada-unidad-de-la-patria, pueda ser utilizada como arma arrojadiza por parte de la derecha, muy activa en su triple trinchera de escaños, púlpitos y columnas de prensa.
Esa prevención, probablemente exagerada y desde luego poco compatible con los compromisos electorales, explica la extraña reacción (por injustificada) de la Xunta ante las reservas expresadas por Fraga esta semana en materia de ordenación del territorio. Porque una cosa es que él esté preocupado ante la posibilidad de que alguien quiera poner fin al absurdo administrativo de las provincias y otra muy distinta que nos lo tomemos en serio y hagamos de sus palabras el criterio con el que distinguir entre lo que se puede y lo que no se puede debatir en democracia. Faltaría más.

11.9.05

La carta de las bases

LÓPEZ VEIGA CONFIRMA NO SÓLO SU AMBICIÓN SINO SU VOLUNTAD DE SER PARTE ACTIVA DEL FUTURO DEL PP

Será de farol, como algunos dicen, pero el ex conselleiro de Pesca, Enrique López Veiga, se acaba de convertir en el primer dirigente del Partido Popular que anuncia abiertamente su decisión de presentarse a la sucesión de Manuel Fraga en el congreso que los conservadores gallegos celebrarán el próximo mes de enero. Su paso al frente confirma tanto la medida de su ambición —muchos creen que su regreso a la política gallega en el año 2001 tenía mucho que ver con sus aspiraciones dentro del partido— como la de su voluntad de seguir siendo parte activa en el futuro del PP. Porque aunque finalmente no formalice su candidatura, o se decida a retirarla en el último momento, en todo caso su entrada a concurso le va a permitir formar parte de la ronda de negociaciones que sin duda tendrán lugar en las semanas previas a la votación final, si es que ésta finalmente se produce. Sea como fuere, el caso es que el ex conselleiro, uno de los más firmes impulsores de la depuración política de José Cuiña, a falta de un sector homogéneo conocido capaz de respaldarle, va a jugar genéricamente la carta de las bases. López Veiga parece a día de hoy el dirigente popular más consciente —al menos de cara al público— del malestar y la decepción que se han apoderado de los militantes del PP tras la derrota electoral. Esa es la carta que quiere jugar, la de unas bases que no entienden cómo los dirigentes actuales dilapidaron una hegemonía de 15 años.

21.8.05

Fuego sin freno

SE ESTÁN CONFIRMANDO LOS PEORES PRONÓSTICOS DESDE QUE LA SEQUÍA SE INSTALÓ EN GALICIA EL PASADO INVIERNO

Quince años después de haber tomado forma, la política contraincendios diseñada y llevada a la práctica por los sucesivos gobiernos presididos por Manuel Fraga sigue siendo un fracaso en términos de prevención. Es cierto que el esfuerzo económico de estos años ha sido capaz de frenar las consecuencias del fuego en el monte —especialmente en términos de alarma social, toda vez que el PP ha tratado de resolver el problema ocultándolo a la opinión pública— concentrando el esfuerzo en la extinción, pero las cifras de fuegos son tan elevadas que constituyen por sí solas una demostración de que el problema de fondo aún no está resuelto. La apelación constante a la intencionalidad sigue sin concretarse en pruebas y detenciones que pongan fin a la proliferación de focos de fuego. La sequía de este año, que ya desde primavera predecía una temporada muy complicada para los montes gallegos está confirmando su pronóstico estos días con gran dramatismo. No es, obviamente, el momento de modificar las métodos —ahora hay que concentrarse en apagar el fuego— pero hará bien el nuevo Gobierno en reflexionar sobre un problema que dura ya demasiados años y que sus antecesores se limitaron a tratar como a una enfermedad crónica a la que aplicar sólo tratamientos paliativos. Resignarse a que año tras año las llamas calcinen Galicia es la única opción que no puede ser tomada en consideración

10.7.05

Partida de póquer

PARA LOS DIRIGENTES DEL PP LANZARSE A DEGÜELLO CONTRA EL PACTO ES TAN NATURAL COMO DESAYUNAR POR LAS MAÑANAS

En plena ofensiva conservadora cobra especial importancia para los negociadores del PSdeG-PSOE y del BNG la escenificación de los acuerdos que sin duda van a alcanzar para formar Gobierno en Galicia, el primero de signo progresista de la historia autonómica si no se tiene en cuenta —y no se debe— el bienio tripartito. Los dirigentes del Partido Popular no dudan en utilizar como armamento cualquier cosa, desde los muertos del metro de Londres a la fallida candidatura del Madrid olímpico, tragedias de desigual fuste pero cuyo origen atribuyen por igual a José Luis Rodríguez Zapatero. Con ese tono general en sus discursos, para Mariano Rajoy, Eduardo Zaplana y Ángel Acebes morder en la yugular del pacto de Gobierno entre socialistas y nacionalistas es tan natural como desayunar por las mañanas. Y aunque, al menos hasta la fecha, no ha aparecido todavía ningún obstáculo grueso en el camino del pacto, sí es evidente el apetito con el que algunos medios esperan ese tropiezo. Aunque suponga confundir la inevitable pugna por hacerse con más porción de la tarta con graves desencuentros. Lo que juegan estos días socialistas y nacionalistas es más una partida de póquer que otra cosa, faroles incluidos. Y lo que los medios de comunicación publican forma parte de ese juego; tiene como único fin tratar de averiguar hasta dónde se puede tensar la cuerda sin romperla.

26.6.05

La herida

PASE LO QUE PASE, EL MAPA POLÍTICO GALLEGO SEGUIRÁ SIENDO EXPRESIÓN DE UNA HERIDA MUY PROFUNDA

Dulces o amargas, las victorias y las derrotas acaban perdiendo el apellido con el paso del tiempo y con él todas las coartadas que hacen posible que todos aparezcan como los triunfadores. Por más que el impacto inicial parezca limitado por las expectativas (muchas veces resultado de la expresión de los temores y de la fragilidad de las certezas), al cabo de unos meses va a dar igual el origen de una u otra mayoría e incluso si su gestación obedece a la intervención de un solo voto o de unos cientos de miles. Pase lo que pase esta semana, el mapa político gallego seguirá expresando una escisión muy profunda, una herida abierta que constituye una de las principales herencias de quince años de mayoría absoluta de Manuel Fraga. De un lado de esa grieta está el PP, expresión de una sociedad apegada al poder, acostumbrada a dominar los resortes de lo público, incapaz de distinguir gestión de dádiva y cuya idea de progreso consiste en no ir a peor. Del otro están el PSOE y el BNG, testimonio político de los ciudadanos de izquierdas (en sus dos manifestaciones mayoritarias en Galicia, la socialista y la nacionalista) que nunca han tenido ocasión de poner a prueba sus alternativas y que jamás se han sentido identificados ni con las formas ni con los objetivos del PP. Curar esa herida debería ser el principal objetivo de quien gobierne. Porque la sociedad gallega no puede permitirse el lujo de afrontar el futuro en contra de una parte de sí misma. Aunque sea la contraria.

29.5.05

Réquiem por Europa

SE HACE EVIDENTE QUE VAMOS A PERDER LOS FONDOS EUROPEOS Y, ¡OH CIELOS!, SEGUIMOS SIENDO POBRES

Ahora que, ante la posibilidad de que la cuna de la revolución democrática diga no a la Constitución europea, a todos nos asalta la tentación de volvernos francófobos, conviene tener presente que el nuestro, el de los españoles en general y el de los gallegos en particular, es un europeísmo de conveniencia antes que de vocación. Y que si nos identificamos con la bandera azul con doce estrellas no es consecuencia de que nos emocione el espíritu de Schuman sino porque, hasta ahora, la unidad del continente ha sido fuente de una copiosa lluvia de solidaridad gracias a los países más ricos. Nuestro europeísmo no está, ni mucho menos, a prueba de lo que se nos viene encima, una vez que la perspectiva de la solidaridad ha cambiado y cada vez es más probable que dejemos de recibir y nos toque dar. Perdimos nuestra oportunidad, la que otros —como Irlanda— sí supieron aprovechar y la ampliación de la UE al Este nos han pillado sin haber hecho los deberes. Ahora que se hace evidente que vamos a perder las ventajas de una economía asistida y ¡oh cielos! seguimos siendo pobres, tal vez convendría reflexionar y averiguar cómo hemos llegado a esta situación. Pero no, en vez de eso, vamos a perder el tiempo preguntándonos qué hemos hecho mal para dejar de recibir los fondos europeos, cuando lo que hemos hecho mal es no haberlos usado para subsistir sin necesitarlos. Y encima tendremos el valor de volvernos euroescépticos...