alternatetext

20.3.05

Expectativas

NO SE TRATA DE LA LLEGADA DE UNA NUEVA ERA SINO DEL FINAL DE OTRA QUE YA NO ES CAPAZ DE GENERAR AMBICIÓN

Lo que verdaderamente define las postrimerías del prolongado mandato de Manuel Fraga al frente de la Xunta de Galicia no son las posibilidades de cambio. Son las expectativas. Nada hace pensar que las cosas en Galicia, las que son de verdad importantes, vayan a mudar sustancialmente. Pase lo que pase. Pero sí existe en el ambiente una sensación a medio camino entre el interés y la curiosidad de que ha llegado el momento de ver qué pasa. De averiguar si otra forma de gobernar es posible, tanto dentro del PP como en la hipótesis de una alianza de nacionalistas y socialistas. De conocer si hay algo más allá de la figura polémica y omnipresente del fundador del Partido Popular. Intentar hallar el fundamento teórico de esa expectativa es seguramente inútil. En su origen se adivinan la naturalidad de la transformación, el contagio de otras revoluciones y las facturas del pasado. No tiene que ver, huelga decirlo, con el advenimiento de una nueva era sino más bien con la agonía de otra que ya no es capaz de generar las ambiciones del pasado. No es un problema de intenciones de voto, de programas electorales o de estrategias de campaña. Es cansancio. Sólo eso. Un intenso, puede que tibio y desde luego embotador hastío que se puede palpar nada más pisar la calle. Por mucho que suene la música y los flautistas preparen su mejor concierto, la función transita sin duda hacia los últimos compases.

6.3.05

El rey Lear

SI BEIRAS CAYÓ CON LOS RESULTADOS DE 2001, ¿QUÉ TENDRÁ QUE HACER ANXO QUINTANA SI LAS COSAS EMPEORAN?

Y yo con estos pelos”. Algo así debe estar pensando Anxo Quintana, el portavoz nacional del BNG y (todavía) aspirante a líder del nacionalismo gallego después de la semanita que le ha tocado vivir. Porque faltan apenas ocho meses para que la piñata electoral ponga a todo el mundo en su sitio y al BNG aún le duelen las heridas abiertas en 2001, cuando la UPG decidió que ya era hora de poner fin al beirismo. Al Bloque le sangran las heridas, especialmente las listas electorales. Y el drama del BNG se parece cada vez más al de El rey Lear: una transición mal planteada y durante la cual Quintana trata de desembarazarse de su antiguo mentor, un Beiras cada vez menos resuelto a disimular sus discrepancias pero al que las cesiones del pasado han dejado más solo que nunca. Sugiere Quintana a Beiras que se vaya ya, ahora mismo, siguiendo el ejemplo futuro de Francisco Rodríguez, líder de la UPG, quien supuestamente abandonaría, también, en 2008, al término de la legislatura estatal. Lo que Quintana no dice es que en 2008, quizá, a lo mejor quien no sigue al frente del BNG es él mismo, sobre todo si los resultados de octubre sitúan a los nacionalistas muy por debajo de los de 2001. Si aquellos comicios supusieron una decepción, hasta el punto de desencadenar la defenestración del máximo dirigente nacionalista, ¿qué se supone que deberá pasar con Quintana si las cosas empeoran? Rodríguez seguro que sabe la respuesta...