alternatetext

17.4.05

Malversación

SI LA PUBLICIDAD DE LA XUNTA ES LEGÍTIMA, TAMBIÉN LO SERÍA QUE FOMENTO PUBLICASE ANUNCIOS CONTRA LA ACTUACIÓN DE FRAGA

Durante años, populares, socialistas y nacionalistas han participado de la misma práctica perversa: utilizar la publicidad de las administraciones a su cargo para tratar de influir en la opinión pública y mejorar su consideración ante los electores. Todos ellos, cada uno a su manera, han presentado siempre como información institucional lo que en muchos casos no es otra cosa que propaganda política partidista sufragada con fondos públicos y al margen de cualquier control independiente. Hasta aquí ninguna de las tres fuerzas políticas en cuyos hombros descansa la representación de los gallegos puede decir que esté libre de culpa. Sin embargo, la publicidad que estos días publican los periódicos de Galicia, pagada con los impuestos de todos los ciudadanos, rebasa una línea sutil, pero importante, y que hasta ahora nadie se había atrevido a traspasar: la publicidad de la Xunta se dirige única y exclusivamente a criticar al Gobierno central con la obvia intención de favorecer los intereses electorales del PP a seis meses de la convocatoria a las urnas. La actuación de la Xunta no tiene justificación posible y se adentra, en algunos rasgos, en la malversación de fondos públicos. Y más vale que así sea, porque en caso contrario, si aceptamos que la publicidad de la Xunta es legítima, nada impediría al Gobierno central inundar los periódicos con páginas y páginas criticando a la Xunta. Y así hasta el absurdo. Y luego quieren que paguemos impuestos...

3.4.05

La manipulación

PRETENDE FRAGA QUE LOS JÓVENES QUE PROTESTARON POR EL ‘PRESTIGE’ FUERON MANIPULADOS POR SUS PROFESORES

La reforma educativa que impulsa el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (entre otras cosas como consecuencia del mandato que el PSOE recibió de los electores) ha servido al presidente de la Xunta para renovar una de esas tesis conspirativas que tanto gustan a la derecha española y que en estos tiempos de indigencia moral algunos medios de comunicación están convirtiendo en materia de atención informativa más allá de cualquier consideración deontológica. Pretende Manuel Fraga que la movilización de jóvenes estudiantes de secundaria durante los oscuros días de la catástrofe del Prestige nada tuvo de espontáneo. Más bien al contrario, aseguró esta semana, fue el producto de una manipulación organizada por los profesores al amparo de un sistema que les permite condicionar la voluntad de unos jóvenes que, si el razonamiento presidencial fuese acertado, no serían más que meros instrumentos acríticos de las intenciones políticas de otros. Este punto de vista —el mismo que pretende retratar las movilizaciones contra la guerra o las manifestaciones del 13-M como el resultado de una actuación planificada desde los despachos— revela a la perfección uno de los principales lastres de la derecha española: la profunda desconfianza que sus líderes siguen teniendo hacia una sociedad en la que, acostumbrados a ser los titiriteros que mueven los hilos, no son capaces de imaginar la existencia de ciudadanos libres y capaces de autoorganizarse.