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17.9.05

Prevención

Ha bastado que Fraga amagase con un boicot para
poner a la defensiva a la mayoría parlamentaria
La mayoría de progreso que se impuso en las urnas en las últimas elecciones autonómicas no está teniendo, al menos de momento, un reflejo ejecutivo en el Gobierno de la Xunta. Por alguna razón que probablemente tiene que ver con la mutua desconfianza que los socios de San Caetano se profesan, las ideas que socialistas y nacionalistas han defendido durante años —y que en el Parlamento han sido la base de la oposición al régimen todopoderoso de Manuel Fraga— parecen haber entrado en el congelador. PSOE y BNG están tardando más de lo previsto en acostumbrarse a su nuevo estatus y en esa demora dedican mucho esfuerzo a sortear cualquier cosa que, en estos tiempos de propaganda sobre la supuestamente amenazada-unidad-de-la-patria, pueda ser utilizada como arma arrojadiza por parte de la derecha, muy activa en su triple trinchera de escaños, púlpitos y columnas de prensa.
Esa prevención, probablemente exagerada y desde luego poco compatible con los compromisos electorales, explica la extraña reacción (por injustificada) de la Xunta ante las reservas expresadas por Fraga esta semana en materia de ordenación del territorio. Porque una cosa es que él esté preocupado ante la posibilidad de que alguien quiera poner fin al absurdo administrativo de las provincias y otra muy distinta que nos lo tomemos en serio y hagamos de sus palabras el criterio con el que distinguir entre lo que se puede y lo que no se puede debatir en democracia. Faltaría más.

11.9.05

La carta de las bases

LÓPEZ VEIGA CONFIRMA NO SÓLO SU AMBICIÓN SINO SU VOLUNTAD DE SER PARTE ACTIVA DEL FUTURO DEL PP

Será de farol, como algunos dicen, pero el ex conselleiro de Pesca, Enrique López Veiga, se acaba de convertir en el primer dirigente del Partido Popular que anuncia abiertamente su decisión de presentarse a la sucesión de Manuel Fraga en el congreso que los conservadores gallegos celebrarán el próximo mes de enero. Su paso al frente confirma tanto la medida de su ambición —muchos creen que su regreso a la política gallega en el año 2001 tenía mucho que ver con sus aspiraciones dentro del partido— como la de su voluntad de seguir siendo parte activa en el futuro del PP. Porque aunque finalmente no formalice su candidatura, o se decida a retirarla en el último momento, en todo caso su entrada a concurso le va a permitir formar parte de la ronda de negociaciones que sin duda tendrán lugar en las semanas previas a la votación final, si es que ésta finalmente se produce. Sea como fuere, el caso es que el ex conselleiro, uno de los más firmes impulsores de la depuración política de José Cuiña, a falta de un sector homogéneo conocido capaz de respaldarle, va a jugar genéricamente la carta de las bases. López Veiga parece a día de hoy el dirigente popular más consciente —al menos de cara al público— del malestar y la decepción que se han apoderado de los militantes del PP tras la derrota electoral. Esa es la carta que quiere jugar, la de unas bases que no entienden cómo los dirigentes actuales dilapidaron una hegemonía de 15 años.